Pasillos ondulados, escaleras interminables. La sala vacia, toda iluminada.
Mientras tanto Martina sube y baja, corre, lleva, trae, y a veces hasta se aburre un poquito.
Y después se abre el telón.
Cierro los ojos, recorro ese teatro y la música se escucha por todos lados.
A veces es un piano
Otras veces son clasicos, esos que sabemos todos.
O guitarras, y poesia.
También hay brillos, y glamour, y baile.
Y la gente explota.
Y nosotros lo vimos desde adentro, y lo hicimos posible. Me pone la piel de gallina a veces.
Aaaahh...como me gusta mi trabajo.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
yo odio los trabajos sea cual sea , los odio.-
saludos chabona
fedez
Post a Comment